Si fuera la primera vez. . .
- Darian Bernardo Silva
- 28 sept 2016
- 2 Min. de lectura
Conoces las zapatillas que estas usando en este momento, no es la primera vez que te las pones, tampoco la segunda. Y por eso cuando llegues a tu casa te las quitarás con la ayuda del otro pie, sin preocuparte por si se están ensuciando. Pero, si fuera la primera vez que las usas, seguro te las quitarías cuidadosamente. Sólo si fuera la primera vez. Ahora no.
Ahora llegas a casa después de un día muy agotador y tiras la mochila, y el celular en la cama, pero si fuera nuevo, lo dejarías en la mesa, y hasta tendrías miedo de que se rayara.
Y lo mismo pasa con las personas, con tu pareja, con tu familia. Sabemos que están allí, y dejamos de mirarlos, como la primera vez. Han pasado a la historia las miradas del primer encuentro, y tener que pensar la frase perfecta antes de decirla. Hemos dejado de conquistar día a día. Porque ya no es nuevo. Porque se consume, como una vela encendida.
Consumimos objetos, ropa, viajes, espectáculos, experiencias y hasta consumimos personas. Y con las personas, el amor. Y el amor no debe consumirse. Porque si fuera la primera vez que llamaras a alguien, no te quedarías callado al otro lado del teléfono, le preguntarías hasta el más mínimo detalle: hasta la ropa que lleva puesta. Si fuera la primera vez que vieras a esa persona, te hubieras fijado en el color de sus uñas, en el color de sus medias y el perfume que llevara se te hubiera quedado grabado para recordarlo cuando se despidieran. Si fuera la primera vez que viajas en avión, te acordarías del número de asiento donde estás sentado, de la música que sonaba cuando despegabas y hasta del nombre de la azafata. Si fuera la primera vez que duermes junto a alguien, habrías cambiado las sábanas, perfumado la habitación y no dejarían de abrazarse en toda la noche.
Y lo mismo pasa con las últimas veces. Lo que pasa es que no sabemos cuando será la última vez que vayamos a ver a alguien, o que vayamos a usar algo. Y continuamos actuando como si no pasara nada. Pero si fuera la última vez, ¿Cuántas cosas cambiarías?, si fuera la última vez que vieras a tu hermano seguramente le darías tantos consejos como abrazos pudieras. Si fuera la última vez que pudieras escribir , dejarías una carta despidiéndote y agradeciendo a quien lo mereciera. Si fuera la última vez que vez a dormir, no dormirías. ¿Dónde irías si fuera la última vez que viajarías? ¿Lo has pensado? Porque, ese destino que tienes en mente , es el que tienes que hacer. Esos consejos y abrazos que le darías a tu hermano, dáselos cada día. Y no esperes al último día para agradecerle algo a alguien. Los últimos días nunca están señalados en el calendario.
Pero yo, te juro, que si fuera la última vez que te viera, te diría lo mismo que te digo cada día.
Porque para mí, eres algo nuevo cada día.
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